Acabo de volver de Loscos (Teruel) en donde mi poema "A GUISA DE PANEGÍRICO PARA EL QUE GUISA" ha resultado galardonado con un segundo premio ex aequo. Ni que decir tiene que nos lo hemos pasado genial en un ambiente cordial, distendido y literario.
A GUISA DE PANEGÍRICO PARA EL QUE GUISA
Un
nuevo año -y casi aposta-
en
honor del Venerable
concurrimos
a esta
iglesia de mamposta,
con
el fervor admirable
que
sentimos.
Aprecien
vuesas mercedes
las
estrofas con esmero
que
recito
en
aquestos menesteres
de
ensalzar a limosnero
tan
bendito.
Inspirado
por el caso
les
explico mi experiencia,
concebida
como
efímero repaso
desde
Loscos a Valencia
por
su vida.
Ejemplo
de honestidad,
benefactor
con anhelo,
sin
jactancia;
su
pobreza, castidad
y
obediencia son modelo
de
observancia.
Superando
la fatiga
de
tantas calamidades,
con
esfuerzo,
a
duras penas mitiga
las
diarias necesidades
del
almuerzo
al
pedigüeño y al mendigo,
con
un caldo de puchero
sin
sustancia
(porque
siempre está consigo
el
que lo hiciera portero
de
su estancia).
Hambre
con misericordia
a
remediar se dedica
como
loco,
paladín
de la concordia
en
su nombre la practica
poco
a poco
en
la puerta levantina
de
convento dominico
muy
nombrado,
mientras
cuece alguna espina
en
un calderete chico
y
abollado,
pues no tiene otros posibles
de
ejercer sus encomiendas
principales
que
aumentar los comestibles
con
prodigios y prebendas
monacales.
Y
tal es la nombradía
de
sus hechos milagrosos
boca
a boca
que
pasan por portería
humildes
y poderosos
cuando
toca.
Con
el respeto debido,
mi
argumento se interesa
por
su drama,
que
muy pronto el sinsentido
-cual
volátil mayonesa-
se
derrama
y
las horas de homenaje,
tras
estos versos profanos
sin
sentido,
empujarán
su bagaje
a
superar los arcanos
del
olvido.
Es
inicio de otras cosas
cuando
se cierran los ojos
con
honores:
Por
encima de las losas
solo
quedan los abrojos
de
las flores…
¡y
el cariño de su tierra,
y el
de los hombres cabales
con
memoria
que
se agrupan en Trassierra
para
glosar los anales
de
su historia!
Siempre,
¡querido Anadón!,
eleva a Dios tus plegarias
por
nosotros,
cuida
a la organización
de
estas Justas literarias,
y
a los otros,
esos
que animan y aplauden
con
emoción nuestras coplas
manriqueñas
y
merecen un “cum laude”
por
acudir sin manoplas
a estas señas.