IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA

IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA
Iglesia de San Pablo (ÚBEDA)

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lunes, 26 de diciembre de 2022

BALANCE 2022

En cifras, han sido 18 distinciones: 

12 en poesía, 
2 en microrrelato 
y 4 en relato

10 primeros premios
6 segundos
1 tercero
y 1 mención de honor 

además he sido finalista en unos cuantos más.

Por provincias:

Asturias (1)
Ávila (2)
Cáceres (2)
Ciudad Real (2)
Córdoba (1)
Cuenca (1)
Granada (1)
Huelva (1)
Jaén(2)
La Rioja (1)
León (1)
Madrid (1)
Málaga (1)
Murcia (1)


Espero no perder la ilusión por escribir y participar y que el año que viene sea más favorable (o al menos igual de prolífico en creación y resultados) 
¡¡¡FELIZ 2023!!! (Sí, es un copia y pega del año anterior)

lunes, 12 de diciembre de 2022

PREMIO DE RELATO EN BEMBIBRE

 La asociación mineralógica Aragonito Azul ha hecho público este lunes el fallo del IV Certamen Literario Nacional sobre la Minería del Carbón “Vidas de Carbón”. 

Se recibieron más de 120 relatos y se han premiado tres de ellos: 

3º La última luz, de Carmen Rey Díaz

2º El Señorito, de Esteban Torres Sagra

1º La penúltima estación, de Miguel Nombela Blázquez.


 EL SEÑORITO               

 


Miraba siempre como si brindase un toro a la concurrencia. Su pañuelo de seda burdeos -que en él quedaba varonil- en otro hubiera sido una señal de afeminamiento.

Talle de novillero y pelo ensortijado hasta descansar sus anillos donde empieza el atril de los hombros. Ojos del color de las entrañas de la mina. Brazos barnizados de luna nueva o de soles viejos, en todo caso músculos engastados en bronce y chicuelinas.

Le gustaba escanciar en sus labios, a la vista de todos, un trago generoso de coñac de una preciosa petaca plateada en la que destacaban unas iniciales enredadas que nadie pudo descifrar.

Sendos hoyuelos de bocamina se formaban en sus comisuras al reír, y su nariz, estrecha hasta lo imponderable, era más fina que el canto de una peseta.

Y de nombre… ¡ay! nadie supo su nombre jamás; aunque, como había que llamarlo de alguna forma, la voz popular se inventó un mote, un alias vulgar con retintín de daga. Se le conocía en toda la cuenca como “el Señorito” y, cada vez que alguien lo pronunciaba sin advertir su presencia y luego lo descubría clavándole las pupilas, le pedía perdón al instante con esa mirada de niño arrepentido tras ser sorprendido en una desobediencia grave.

Estaban prendadas de él al menos seis mujeres de bandera, casadas y ricas, a quienes hacía el rendibú, y un sinfín de solteras de todas las condiciones imaginables, a las que galanteaba por igual y sin exclusiva.

Él no se comedía y gustaba de exhibirse también con hembras forasteras que encendían fósforos de deseo a su paso entre los mirones y envidia rijosa entre las mujeres que llevaban guardada una carta suya por dentro de los sostenes.

Y el mismo arte que desplegaba en la seducción se gastaba como barrenero de la Compañía, su especialidad. Por eso no duraba demasiado tiempo en ningún sitio y deambulaba por la estribación montañosa de una explotación a otra, atendiendo las necesidades de cada empresa cuando se hacía necesario su concurso.

Cobraba un potosí porque se jugaba la vida todos los días con aquellos explosivos del demonio. Y todo lo que ganaba, siguiendo la misma ley de la mina, lo gastaba en parrandas, en locales de vicio y con los naipes.

La mañana del veintidós de septiembre amaneció con luz de funeral, lo dijo el Tuerto nada más encarar el saliente con su ojo íntegro. Y los presagios suenan en la mina a evangelio cuando los pronuncia un picador, viejo y curtido en mil pozos, como el Tuerto.

El “Señorito” no había dormido aquella noche, como muchas otras, en la cabaña que tenía asignada al lado de la del ingeniero y enfrente de los barracones de los demás mineros. Tal vez por eso no oyó la frase y tal vez por eso irradiaba optimismo cuando se cargó la dinamita al hombro y se encaminó hacia la cabria. No habría pasado ni media hora cuando una explosión sorda, proveniente de los entresijos de la tierra, retumbó por los oídos de los mineros que aguardaban en el perímetro de exclusión trazado por el capataz.

Poco después se movió la montaña como si corriera con sus toneladas una cortina de polvo para tapar muy deprisa el esófago de aquel terraplén roído por la carcoma. Era imposible que le hubiese dado tiempo a salir antes del derrumbe. Imposible totalmente.

Se dispusieron para escarbar en cuanto la polvareda se posase, más por una inercia solidaría aprendida en tantos años de oficio que por la posibilidad de rescatar con hálito al barrenero.

A varios cientos de kilómetros de allí, unos días después, un forastero, recién llegado, paseaba su garbo por el bulevar. Todas las miradas se posaron en su talle esbelto y él, con un pañuelo de seda burdeos anudado al cuello y un traje de alpaca gris, pavoneó sus ojos sobre la concurrencia, como si brindase un toro; bebió un trago generoso de coñac de una preciosa petaca plateada en la que destacaban unas iniciales que nadie pudo descifrar e incendió el corazón de varias mujeres con su sonrisa pirómana, hasta que la tarde se perdió, silenciosa, por los hoyuelos de sus comisuras.         

No era la primera vez, ni sería la última, que “El Señorito” moría en un accidente de la mina para dejar atrás deudas de juego, pendencias celosas e hijos bastardos sin reconocer.                        

 

            FIN

domingo, 27 de noviembre de 2022

POEMAS PREMIADOS EN VALDEPEÑAS 2022


 FOTO DE FAMILIA CON TODOS LOS PREMIADOS Y MIEMBROS DE "EL TRASCACHO"


SÍMBOLO CHILANCO AL POEMA 

"PRIMERAS GOTAS DE LLUVIA":

Luna de tiza. 

Primeros relámpagos. 

Más allá del horizonte luz trémula 

en el interior de una nube gris y rota.

Pentagrama blando donde escribir canciones

para que se duerman las muchachas tristes 

y los fámulos recuerden viejos tiempos.

 

Hay pequeñas gotas minúsculas, gregarias,

que la gravedad aproxima 

-lo nuestro es algo parecido -

y ruedan a sus anchas por las tuberías

hasta un patio sin aire 

donde no pueden respirar las anémonas.

 

Huele a tierra fría. 

Tarde de diciembre tras un incendio de pájaros. 

Los canalones regurgitan inconsistencias

que guardaban desde lluvias anteriores

con abrazaderas hechas a medida de su carne.

 

Los niños se despeinan con la luz mortecina

que desprenden las bombillas arrugadas.

 

La penumbra es viento y el viento es penumbra 

donde escuchar historias sobre una rebanada de mugre.

 

Los carteles crepitan y ponen a prueba sus argollas.

Las mujeres se arrebujan en sus propias migrañas

y un cáliz de sol impertinente dora los rastrojos.

 

Así es mi sombra, préstamo de oscuridades;

caricia remota en el pedernal de tus párpados, 

línea curva en el tramo que va 

desde mi boca estragada hasta tus labios húmedos, 

de tu areola densa a mi sonrisa dúctil, 

de mi respiración a tu diafragma

cuando escampa la casualidad de encontrarnos  

en el mismo imponderable, a cada hora, 

en esa calma que precede a la llovizna

como otro peldaño vivo en esta escalera turbia, 

porque así empiezan siempre las historias románticas,

con cimientos de polen y vientos que ululan;

porque sé que la tormenta hará que proliferen 

palabras ridículas, miedos caducados y arquetipos,

y que los guionistas que viven en mi fantasía 

buscarán la coyuntura favorable, 

la frase deliciosa, el momento propicio

para que me abraces en cada relámpago que fulja,

y escribirán el comentario ideal que encienda 

tu sonrisa irreversible, de alto voltaje, en las farolas apagadas, 

y harán que pongas punto final a mis delirios,

y ya no tendré más remedio que besarte.

 

Este encuentro casual entre nosotros, tregua o pacto, 

filigrana, o concesión, o entente necesaria,

con las primeras gotas furiosas tiroteando las paredes,

con sus cargas de profundidad y sus medias tintas,

sus acólitos, sus domingos siderales, sus angustias flojas 

y el silencio atenuado por otro silencio mayor 

que nos va envolviendo para regalo, juntos, ante las visitas,

nos hará distintos y nos hará vulgares,

seremos otros en los mismos cuerpos mojados

aunque la intimidad nos muerda en las yemas del principio 

y dibuje con colores mágicos nuestro futuro.

 

El paraguas -seguro contra la lluvia a todo riesgo-

apenas si aborta precipitadamente tu sonrisa

y desmaquilla el rictus con navajas de juguete.

 

Gritamos por dentro verdades absolutas.

Juntamos los restos del verano en la escudilla 

con la panorámica sensible de las circunstancias

y la hormona disidente haciendo de las suyas. 

 

Con su agua simbólica, y sin demorar el encuentro

más allá de lo estrictamente necesario, 

mientras dura el meteoro y la nube descarga 

la mercancía de su ira en la cuna de las tejas,

expío la culpa acumulada en tantos años telúricos a solas

y lavo, bajo el cangilón de las canales unísonas, 

la costra de rutina que empolvaba mis sueños.

 

Luna sonámbula. 

En el interior de una nube gris y trémula

luces rotas. Pentagrama para un himno

que nos perseguirá siempre.

Más allá del horizonte, 

relámpagos de tiza. 




SÍMBOLO CENCIBEL AL POEMA:


"TEORÉTICA DEL CALDO"

 

 

Soy el aliento de un caldo que desfoga

en la trama del mundo sus caudales

y da color a las confidencias alentadas

por los soportales de su singladura.

 

Principios esenciales de mi estirpe

desde cualquier landa o tierra traigo

en úvulas que portan componendas;

la Historia, hecha con sangre y con caballos,

acaba incorporándose a las cepas

y alimenta con su ira los terrones

por el sudor de las frentes y las manos,

como atributo ancestral y genuino 

para que yo la fermente en Valdepeñas.

 

A nada renuncio y con nadie arraigo:

yo, que soy milagro austero de raíces

y que me cuajo entre adversidades y renuncias,

desde mi origen humilde en las terreras

a nadie despojo de su secreto íntimo,

por nada traiciono la etiqueta de mi cuna.

Soy el vapor que augura elementos nuevos

sobre la dialéctica confusa de un amigo

que degusta en mi sorbo lentamente

todos los matices de sus sentimientos

y comparte luego las incertidumbres

untadas con aroma de lagares.

 

Soy el tránsito donde se cuece el signo

cuando no conoces qué decirle con certeza

si te plantea el agobio de una duda

y no aciertas con el dardo de un consejo.

 

Vino que enjuga y lava las acequias

obturadas del cuerpo y las del alma

cuando os hablo en tono lírico: 

mosto caliente que transmuta en cántico,

puente entre colinas de posturas alejadas,

líquido para extrapolar la ausencia

con sus bastiones y sus notas trágicas

al pozo de los miedos interiores.

 

Siempre os acompaño, en las papilas

que se calientan con mi esencia pura

y en gargantas que dirigen mi tránsito 

por los recovecos de la carne y del espíritu.

 

En motor de las lenguas me transformo,

interferencias detecto y elimino

y, sobre todas las cosas y sentencias,

analizo y demuestro que el instante

vivido a la sombra de mi hálito,

enfrascado el paladar en mi envoltura,

atrincherado en mi sangre panegírica,

es el evento que mejor se recuerda

y avala por sí solo la entelequia 

que justifica la falacia de estar vivos.

 

 

 

sábado, 19 de noviembre de 2022

PREMIOS CENCIBEL Y CHILANCO EN VALDEPEÑAS


La LIII Cata del Vino Nuevo y Anochecer Poético del grupo El Trascacho va a tener lugar el próximo sábado 26 de noviembre. 

Es el acto de bienvenida al vino nuevo, que este grupo artístico y literario viene organizando desde 1968 y que da cabida a la entrega del certamen de poesía que también convoca el Trascacho.

El pintor Chema del Fresno realizará la 'exaltación' del vino nuevo. Es el pregón con el que se celebra la llegada de la nueva cosecha, siempre por San Andrés (30 de noviembre), cuando "el vino nuevo viejo es".

En la segunda parte del acto y después de brindar con el vino nuevo, se hará entrega de los premios o símbolos a los ganadores del concurso de poesía.

El jurado de la 53 edición deliberó el pasado jueves.


El símbolo Cencibel, al mejor poema dedicado al vino de Valdepeñas, ha sido para
Esteban Torres Sagra, de Úbeda (Jaén), que también se ha hecho con el símbolo Chilanco, de tema libre; el símbolo Jaraíz ha sido para Alonso de Molina, de Almería; el símbolo Pámpanas Amarillas ha correspondido a María Antonia García de León, de Madrid y el símbolo Vino Nuevo ha recaído en Boris Rozas Bayón, de Valladolid.

Integraron el jurado, Ángel Luis Rivas, profesor de filosofía, Paloma Gómez Campos, profesora de lengua y literatura, y Luis Rodríguez Mora, profesor también y cofundador del grupo El Trascacho.

miércoles, 26 de octubre de 2022

PRIMER PREMIO CERTAMEN EPITAFIOS EN MONTURQUE


 Vuelvo a ganar este curioso certamen 
en su VI edición con 
"ÚLTIMO DESEO" 

Al perseguir la fama o el dinero,

el honor o el dorado vellocino,

nunca quise avasallar a nadie. 

Pido perdón si herí -sin cuenta darme-

a alguien que se cruzara en mi camino:

yo solo quise ser un hombre bueno.



después de hacerlo en la IV edición con:


                             VOLVEMOS A SER UNO.



 

Entre la tierra que fui y la ceniza que soy

ocurrieron muchas cosas:

pinté de color pétalos de rosas;

la conocí, la amé, os concebimos…


Os mostré el mundo lo mejor que supe

al lado siempre de mi compañera

y un día la enterré en este barbecho oscuro.


Cuando llega la hora de unirme a ella

os dejo capaces de valeros por sí solos.

En paz me voy: volvemos a ser uno.



Mi enhorabuena a Francisco J, Gil Aguilera y a Alfonso S. Barragán Rincón, segundo y tercer premio respectivamente

jueves, 6 de octubre de 2022

PREMIO DE POESÍA EN Alcalá de Henares

 Mi poema "LO QUE DUELE" 

ha sido merecedor del primer premio de poesía del certamen alcalaíno 

"MARIANA ROMERO-ONIEVA"


LO QUE DUELE                 

 

 

 

Me duelen los inviernos bajo las uralitas, 

el frío que fusila a los mendigos, 

el granizo sensorial en cada coyuntura; 

los cainitas, los sicarios de los cárteles, 

los pies descalzos de los niños. 

 

Me duelen los muñones de otros, su carne necrosada;

las prótesis conseguidas por una hermana adolescente 

que ofrece su cuerpo a las patrullas; 

los padres que cambian a otra hija por una lavadora, 

por un camello, por dos cabras que dan pena. 

 

Me duelen las dentaduras sin dueño 

ahogadas en un vaso mugriento de tequila 

y las viudas que lloran chocolate

mientras mojan galletas en sus lágrimas. 

 

Las moscas que se obstinan en los ojos de los recién nacidos, 

las mujeres sin cultura y la cultura sin mujeres; 

pero lo que más me duele son los gobiernos 

que se escudan en razones geopolíticas 

para no intervenir en las masacres...

 

El médico, visiblemente conmovido

-tras consultar su vademécum- 

me ha diagnosticado altruismo crónico, 

varios quistes de filantropía 

y un tumor benigno de misericordia.

 

                                   

jueves, 11 de agosto de 2022

PREMIO DE POESÍA EN CÓMPETA

Mi poema "VASO DE VINO" ha sido proclamado vencedor del certamen de poesía 
ENCARNI ESCALONA este año 2022, 
al igual que en 2021.

viernes, 17 de junio de 2022

PREMIO DE POESÍA EN PINOS PUENTE


 Mi poema 
"OTRO DÍA SE PASA SIN HERIRNOS" 
ha resultado finalista (algo así como segundo premio) del certamen 
CASTILLEJO-BENIGNO VAQUERO, 
celebrado ayer noche en PINOS PUENTE. 
Mi enhorabuena A Nélida Leal, a Ernesto Tubía, (galardonados en relato) y a Antonio Mejías, los otros premiados.


OTRO DIA SE PASA SIN HERIRNOS
(Fragmentos del principio y final del poema)

 

 


 


Asiste a la función de idilios 

que organiza el recuerdo

para festejar este primer año de distancia,

no de alejamiento,

que eso es otra forma de morirse;

y no te olvides nunca de esgrimir 

este episodio de tu estancia

como un resuelo de almíbar

en el pozo sin fondo del pasado, 

cita inevitable desde ahora 

en toda referencia fidedigna a tu persona 

que se precie de plácemes o goces. 

 

Procura que no sea, sólo, 

este lúdico ejercicio de memoria

un etéreo pulular de voces que se abrazan 

a la quilla del recuerdo omnipresente 

y emprenden periplos por la noche: 

también ha de ser recuento riguroso 

de mágicos abracadabras,  

de conceptos que unzan su acervo de historias

a la cabalgadura del júbilo 

y te suban, sin quererlo,

a montículos verdes de orfebrerías y quincallas, 

insuperables por tu espíritu extranjero, 

poco acostumbrado a destilar 

el mar en alambiques.


 

Función que te regrese a los lugares del ancestro 

y convierta en sueños tus pesadillas urbanas, 

y las transforme en un páramo irrepetible

de vuelos sensoriales y quimeras 

del que no desees retornar a la consciencia; 

porque no hay, nunca hay

demasiados verbos transitivos, 

excusas o ambages, 

que justifiquen tanto distanciamiento,

tanto existir cotidiano ajeno al aire del sur,

ajeno a tu estirpe. 

 


 

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Debe ser la lealtad de uno mismo con un linaje de glosas 

y aventuras argentadas, 

la lógica vivida que ha instalado en nuestros pabellones 

su raigambre de costumbres, 

porque, cómo explicar, si no, este abatimiento, 

esta lasitud asarmientada, 

este desvarío de veletas 

en el que todas las inquietudes y todas las expectativas 

nos hacen dudar y huir de nosotros mismos 

acelerados hacia un burdo solar de pasiones ajenas, 

de lujurias ajenas, 

cuando, además, obramos según la conciencia heredada.

 

Quién dijo alguna vez que la primavera inmortaliza. 

Pabellones de orgullo 

en lontananza solitarios. 

La cantera del amor está inextinta,

mas nadie puede explotarla con esta infraestructura, 

y lo mismo las minas de la posible riqueza. 


           Se calcula la magnitud de una derrota por el peso de un abrazo. 

           Se cuelan por la puerta de atrás de nuestra juventud pretérita

           los pormenores ridículos de un contrato imposible: 

           las exigencias de antaño,

           lo que pudo haber sido. 

 

           Debimos conocernos al contraluz y su beneplácito, 

           en otra cultura y otra hora,

           con otros vínculos, 

           y así este peregrinar que hoy termina 

           hubiera resultado lo que el mar quisiera en su capricho, 

           siempre el mar, 

           que nos une y nos separa a su díscolo albedrío.

 

           Puede que sea aliada nuestra la brisa 

           para esparcir avena sobre el agua, 

           o que nos perfume el pubis 

           con su aliento salitre; 

           que se inicie un laberinto 

           en el interior de cada hombre 

           y que podamos amar dentro sus pistilos. 

 

          Otro día se pasa sin herirnos 

          aunque todos hieren desde la distancia.

 

         Apartarás de ti la carne de tu hermano,  

         al que sólo visitarás en estaciones estivales,  

         al ritmo laboral y frenético del tráfico

         que la profecía os brinde.