Magnifica velada literaria en baños de la Encina. Además he conocido de una tacada a Manuel Luque, Juan Molina y Concha Fernández, y he vuelto a saludar a Alfonso S Barragán y por supuesto a Pepa y a Alfonso Monteagudo.
A continuación transcribo uno de los dos poemas que leí del libro:
SOY EL DE ANOCHE.
Soy el mismo pero ya sin el destello
de las piedras azules
que fuiste acumulando en el Trastévere.
Sestean mis corceles por las granzas.
Los que ayer corrían por la dehesa
en pos de las estrellas que aterrizan
cerca de tu omóplato
siguiendo la ley de las probabilidades,
hoy pacen a la sombra de una duda.
Lo que hemos ganado en anatomía
y en demostrar al deseo sus equívocos
lo perdimos en misterio y fantasía,
en sal, en inventarios tontos.
Nos amamos como razas diferentes
y por razones diferentes,
o al menos practicamos el rito primitivo,
la danza fértil
en una deriva constante hacia los brazos ajenos,
sin llamarlo destino ni siquiera,
o amor a primera vista ni siquiera,
o atracción heredada de las bestias
en nuestro pasado cuadrúpedo y arbóreo,
por consideración a las cábalas y a las dioptrías,
y sin plantear interrogantes a la competencia ética
que nos limita tanto.
Algunas mañanas despejan las incógnitas
con las últimas versiones de nosotros mismos,
pero son las menos en estas derrotas previsibles
de citas en las que ocultamos las profundidades;
y otras nos brindan su aliento desnudo
-nadie sabe de qué dependen sus opciones-
de manera que importa un bledo
si la ropa huele a otro, o si huele a tabaco o prepotencia,
o si es el alcohol la razón última
que desinhibe nuestras interacciones.
Me despido de ella por su nombre
si es que recuerdo su nombre todavía
después de haber terminado la aventura,
y me voy al centro comercial
a comerme una hamburguesa.
Dicen que así son las modernas relaciones:
sin compromiso, carpe diem, cita a ciegas, I like you …
pero yo lo llamo amor basura.
