IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA

IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA
Iglesia de San Pablo (ÚBEDA)

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lunes, 25 de febrero de 2013

PREMIO EN CORNELLÁ DE LLOBREGAT

EL PASADO SÁBADO 23/02/2013 SE CELEBRÓ LA ENTREGA DE PREMIOS DEL XXVII CERTAMEN DE POESÍA "BLAS INFANTE" ORGANIZADO POR EN CENTRO ANDALUZ DEL MISMO NOMBRE DE CORNELLÁ DE LLOBREGAT (BARCELONA).

A CONTINUACIÓN CUELGO EL POEMA GANADOR EN LA CATEGORÍA B, TITULADO "TÓPICO DE CÁNCER".


TÓPICO DE CÁNCER.



No eres sólo la flor del martinete
en la garganta egregia de una estirpe
que derrama delirio pena a pena,
ni luna gitana que pasea por Almonte
y pierde polisones, tantas veces lorquiana
por el Darro, tantas veces fragua, o estañera.

Ni juglar jornalero que reparte
odio en su alma y lo fecunda con la ira
roja y centelleante de la Historia,
ni tesorera de los rencores proletarios
que van entalleciendo su floresta
sobre el estiércol vil de la injusticia.

No te conozco a caballo en la feria
con galope alucinante que teclea
en un idioma arcano de susurros
epístolas de amor a las cigüeñas,
mientras llora la niña en su pupitre
alondras de miseria, golondrinas
de fracaso, chamarines de fiebre.

No te conozco patroneando yates
en el club elegante de algún puerto
mientras la mar se traga la ilusión
de una cohorte, y devuelve sus redes
a la orilla de un pueblo marinero.

No te conozco subsidiada en panes
y peces milagreros que reclaman
la solidaridad desde otras tierras.

No eres farándula de cuerda, mueca
de sonrisa perpetua ante una cámara,
bailarina que entretiene al turista
eternamente joven, eternamente muerta.

Matrona fecunda, alma genuina
que enamora y embelesa con sus dones
y reparte su acervo de cultura
sobre un mar que aproxima continentes
al espacio común de la templanza.

Andalucía, olivar que tapiza doble
una bandera impoluta, verde hierba
bordado sobre nieves y algodones
en el fiel bastidor de la esperanza.

jueves, 14 de febrero de 2013

PREMIO CARTA DE AMOR


Acabo de ser informado de la concesión del PRIMER PREMIO La carta se titula 

                       "QUINTO  ANIVERSARIO"                                                                                                           

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QUINTO ANIVERSARIO.


Querida mía:

El puerto no es el mismo, ni la luz. Los caracoles han progresado mucho por la orilla de los malecones desde que nos fotografiamos junto a ellos. Las mañanas amagan dolencias de antiguas procesiones como enfermedades no vencidas del todo que afloran cuando cambia el tiempo o el ánimo, cuando el espíritu te pide una taza de tristeza. Los mismos autobuses y las vallas publicitarias, a veces, me hacen volver la cabeza porque creo reconocerte, con el refilón de una mirada y sus arañazos de prisa, en la muchachita que cede su rostro a los anuncios. Aquí las tardes fueron nuestro cómplice, tardes de paseo por la playa desierta, cuando los últimos bañistas ceden al escalofrío y sólo los enamorados se descalzan sobre los mapas de regiones míticas que pintan las olas en la orilla y, más tarde, tras subir al hotel y cumplir la liturgia de besarnos bajo el agua doméstica, esos otros periplos por los alrededores, cuajados de terrazas y de hombros morenos aderezados por el sol atlántico, hasta acabar sorbiendo alguna bebida deliciosa sobre los improvisados veladores...

Siempre nos sentimos novios, por la edad y por las sensaciones nuevas de mutuo compromiso, aunque luego nos jurásemos fidelidad sobre unas Escrituras y prosiguiera el amor con su vendimia en nuestros corazones recogiendo fruta, porque, al contrario que otras parejas, fuimos alisando las arrugas de los días con el vapor que nuestros cuerpos exhalaban al rozarse, bebiendo el áloe que rezuma la rutina como si bebiésemos cúmel, haciendo del sopor una razón motora para recuperar los ratos perdidos, en la siesta, con otra efervescencia de arrumacos.

En este mismo apartamento escenificamos nuestro matrimonio en luna de miel tópica para unos recién casados pueblerinos. Aquí dormimos juntos la primera vez, que no dormimos, si recuerdas, vencidos por el éxtasis de la ansiedad y por la palpable realidad de compartir un lecho. La noche siguiente logré una rosa, merced a una propina al personal de recepción, y una botella de champán francés, y aguardé a que fueses al baño para olvidar la flor sobre la almohada. Tu reacción fue magnificada y ahí comprendí que me sería imposible engañarte nunca y que estabas al tanto de mi sorpresa, como luego me confesaste divertida con el efecto lenguaraz de la burbujas. En este mismo apartamento amueblamos la felicidad y llenamos los únicos álbumes de fotos que poseo, en su terraza cuajamos instantáneas de sonrisas con el mar al fondo y algún barco de papel a la deriva...

Hoy es el quinto aniversario de tu muerte y yo sigo fiel a la promesa de honrarte. Como cada año desde entonces vuelvo a poner por escrito lo que sentía, lo que todavía siento. Sigo viniendo al mismo hotel porque es donde mejor te palpo, donde mejor sé uncir los recuerdos a mi presente y revivirlos. Por eso siempre he exigido este mismo apartamento que ocupamos, por eso siempre te remito una carta en esta fecha y compro una rosa blanca, que olvido sobre el lecho, antes de emborracharme con champán francés y brindar mil veces con la Luna.

Siempre me quedará el recreo de tus besos, el lujo de mis lágrimas y su abanico azotando el aire de la lejanía. Así suspiro en esta triste habitación sin tu presencia, espacio que fue nuestro, como estos vestigios que aún conservo, notarios de que alguna vez nos abrazamos...