Mi microrrelato "EL FRÍO DE CIUDAD REAL"
ha sido distinguido con el segundo premio de este año por el grupo Pan de Trigo de La Solana.
EL FRÍO DE CIUDAD REAL
Mi padre era un hombre muy atractivo que se ganaba bien la vida como comercial de máquinas de coser. Con las futuras clientas solía emplear todos sus encantos con tal de conseguir la venta y su correspondiente comisión. Hubo semanas que facturó más de veinte aparatos yendo de domicilio en domicilio a horas en las que cogía a las mujeres desprevenidas y solas. Mi madre era quien mejor lo conocía y se imaginaba al dedillo los métodos que empleaba, pero se hacía la tonta porque había supeditado su propia felicidad a nuestro confort, especialmente le preocupaba que no pasásemos nunca frío. Estaba obsesionada con las bajas temperaturas porque se crio en un pueblo de Ciudad Real, en una casa con demasiadas rendijas y poca leña. Por esa condescendencia y comprensión el matrimonio de mis padres duró hasta el final, lo sé; por eso y porque el señor Emilio venía a casa a traerle todas las mañanas, incluso en verano, en cuanto se iba mi padre a trabajar y nosotros a la escuela, un saco de carbonilla.