Al perseguir la fama o el dinero,
el honor o el dorado vellocino,
nunca quise avasallar a nadie.
Pido perdón si herí -sin cuenta darme-
a alguien que se cruzara en mi camino:
yo solo quise ser un hombre bueno.
Entre la tierra que fui y la ceniza que soy
ocurrieron muchas cosas:
pinté de color pétalos de rosas;
la conocí, la amé, os concebimos…
Os mostré el mundo lo mejor que supe
al lado siempre de mi compañera
y un día la enterré en este barbecho oscuro.
Cuando llega la hora de unirme a ella
os dejo capaces de valeros por sí solos.
En paz me voy: volvemos a ser uno.