LA
NOGUERA DE MI BISABUELO POR MANUEL TORRES TENDERO, 15 AÑOS
La primavera besaba
dulcemente la pradera
cuando el viento acariciaba
sutilmente la hierba
formando verdes olas infinitas.
El río descansaba
suavemente bajo el cielo azul
manipulado por los destellos
puros del sol;
las nubes, blancas y esponjosas,
con su vaivén, limpiaban el vuelo
de los pájaros que sobrevolaban
por encima de aquel árbol centenario,
aquel árbol de mi infancia,
testigo único de la vida
en aquella vieja y bonita pradera
donde crecí en silencio.
El día que lo cortaron
lloré junto a su tronco,
lavé con el río su herida
y quise cortarle la hemorragia
con un copo de nube
que le pedí a una golondrina.
FIN