Mi agradecimiento a la A.C. El Yelmo de Beas de Segura por el premio y el ambiente posterior, sobre todo a su presidenta, Teresa Valverde, quien rezuma vitalidad y tesón, y al grupo de socias que accedieron a recitar el poema en un audiovisual que no tiene desperdicio y cuypo enlace es
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=uySfP9DwAY4
SEGUNDA PERSONA FEMENINO SINGULAR.
Y serás lo que tú quieras, mujer,
aguamanil tibio para manos quejumbrosas,
mármol bíblico donde escribir una liturgia
o vitrina permanente de trofeos
para hombres posesivos que presumen
de tu carne como otro semoviente.
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Fotografía gentileza de Diario JAÉN |
Pensión completa para burguesías
de maridos que se hospedan y pagan
pernadas de asco y palizas sin sorteo,
esponja que se empapa de agonía
con tres generaciones simultáneas,
jarrón de porcelana sobre el piano,
rosa o espina, candelabro o camafeo,
mujer, lo que tú quieras,
actriz o maestra, espíritu renacentista
o fragua de escaleras hacia el numen,
parche en el ojo en tu versión pirata,
sustento de los cúbitos de un ángel,
piedra donde reposa el cimiento de una iglesia,
vid que halaguen racimos de nepente
con el dulzor antiguo del azúcar,
fuego que abrase signos de violencia
o magma si pretendes dedicar
con bruñidos metales delicados
una cuna perenne a la esperanza,
ahogar la incontinencia de un verdugo
o blindar con magnetita una creencia.
Y los gritos de todas la mujeres
que no pudieron ser lo que querían
se harán árboles de placenta en tus zaguanes,
se vestirán de voces los cipreses
que custodian pretorianos la avenida
y las ingles del viento untarán de vida
las gargantas mudas del oprobio
a un sólo movimiento de tus labios,
porque mereces que acallen los arcanos
todas las penurias con sus panes,
todos los quejidos de la historia
derramados por mujeres en la acera,
el plasma recluido en damajuanas,
las cenizas esparcidas en silencio
sobre puños manchados por vergüenza.
En ti se reencarna la injusticia
que los siglos derramaron en tu género
a base de opresión y de ignorancia,
gracias a las leyes patriarcales
perpetuadas desde los umbrales de la cueva
hasta bien asentado el siglo veinte,
en nombre de absurdas credenciales
que te desacreditan en sus códigos,
al amparo de frecuentes omisiones,
contando con la música del arpa
que edulcora con lisonjas tus oídos
para que no escuches sus afrentas
y te creas protegida frente a aquellos
que pisotean tus derechos ancestrales.
Y serás lo que tu quieras, solamente,
sin protección de cáusticos sicarios,
sin directrices de látigos crujientes
que procuran tu bien sin consultar
las preferencias que dicta tu albedrío,
despojada ya de servilismos y contratos
firmados por otros en tu nombre,
sin débitos morales que lastren
la trayectoria impoluta de tus pasos
buscando la utopía del horizonte,
tras los rastros que deja el arco iris,
o en intríngulis de leyes y juzgados,
porque nadie garantiza que sea fácil
volver a sincronizarse con la vida,
aprobar oposiciones entre iguales,
resarcirse del dolor de una saliida,
romper el corazón a un ser querido
aunque no se revuelva amenazante
y te obligue a emborracharte de vitriolo,
con garantía básica si yerras
a que puedas levantarte del mandoble
y empezar de nuevo la partida
o quedarte acurrucada contra el suelo
riéndote, sin más, de la caída,
sin dedos que señalen tu fracaso
y lo achaquen al nombre de tu género.
Serás lo que tú quieras, mujer, pedestal o cortina,
balaustre o cimiento, columna o cariátide,
puerta o esquina, desván o claraboya,
en este edificio nuevo que estamos construyendo.