A continuación pego el PREGÓN DE FIESTAS DE SAN JUAN BAUTISTA que tuve el honor de leer el pasado 20 de junio. Espero que os guste.
PREGÓN FIESTAS DE SAN JUAN 2012. ALDEAHERMOSA
Buenas noches queridos amigos, vecinos y familiares, autoridades presentes, montizoneros todos. En primer lugar he de agradecer la deferencia de la Corporación, y del alcalde en particular por presentarme con tanta benignidad y por invitarme a pregonar estas fiestas, las más queridas y esperadas por todos los aldeanos, las fiestas en honor a nuestro patrón San Juan Bautista. Cuando oigo las palabras pregonero y pregón, en cualquier contexto, lo primero en lo que pienso, no lo puedo evitar, es en el Tío Santero, o en Lorenzo, o en Diego Román, con sus cornetines y sus gorras de plato, sin más medios que su propia garganta, vociferando, casi ininteligiblemente, de esquina en esquina, con aquel clásico “POR ORDEN DEL SEÑOR ALCALDE, SE HACE SABER” y el mensaje era que había que curar las leñas y encerrarlas, o que el recibo de la contribución estaba al cobro, o que el veterinario venía a recoger las muestras de la matanza…o aquellos otros anuncios de las tiendas en las que ofertaban, previo pago de los anunciantes, sus mejores productos, sobre todo carne de machorra y fruta de todas clases, aunque nunca he sabido de qué clase de carne se trataba, ni pudimos comprar jamás fruta distinta a las naranjas y a las peras, señalando a continuación el nombre del dueño del establecimiento. Es para mí un honor sucederles en la profesión de VOX POPULI (voz pública, como rezan las iniciales doradas de sus viseras) y recordarles desde el cariño de la infancia, y un privilegio encarnar al primer pregonero sin corneta en la historia de nuestro pueblo, al primer pregonero lírico, por lo que, aunque, no creo tener méritos para merecerlo, y no es falsa modestia, deseo aprovechar este púlpito, desde el cariño que os profeso y las vivencias que la edad me va otorgando, para encender la llama del bullicio y de la diversión en vuestros corazones ávidos, y con el referido “POR ORDEN DEL SEÑOR ALCALDE”, haceros saber que desde ahora y hasta el próximo día 24 por la noche quedan prohibidas las tristezas en cualquier ámbito para todas las familias aquí presentes y quedan suspendidas las preocupaciones y los “sinvivires”. Se hace saber que hay que olvidar la escasa previsión de aceituna para la cosecha próxima, o el ridículo precio del aceite de la cosecha pasada, o las recientes notas de los hijos, que no acaban de hacernos caso, o las deudas omnipresentes de las cooperativas, que nos acompañarán hasta el cementerio, o el canon de los riegos, o los achaques de la abuela, que parece que se luce en las fechas señaladas, o ese préstamo que vence dentro de muy poco y al que no sabemos cómo vamos a hacer frente. Aunque aquí quiero hacer un inciso y romper una lanza en nuestro favor y retar con un órdago al futuro, pues como hemos demostrado a lo largo de la historia y en estas últimas décadas especialmente, somos un pueblo honrado, ahorrativo y trabajador, un conjunto de personas, agricultores a mucha honra, sin miedo al porvenir y a sus retos, que no ha dudado en embarcarse en la modernidad y que ha duplicado las producciones tradicionales de aceituna del municipio en apenas un lustro, con una apuesta clara y decidida por la mecanización y el regadío, por la calidad y el respeto al medio ambiente, por la asociación y el esfuerzo cotidiano, por lo que no tengo ninguna duda, ni quiero que vosotros la tengáis, de que saldremos adelante de esta coyuntura negativa en poco tiempo, con la fe y la confianza en nosotros mismos fortalecidas y la cabeza muy alta, a pesar de las condiciones tan adversas que se vienen repitiendo año tras año y de las que no tenemos culpa directa, que están lastrando sin misericordia nuestra economía.
Pero es día de cambiar el tono, de elevar el aire festero por encima de las vicisitudes, porque hoy empieza oficialmente el programa de festejos con este acto y debe ser el júbilo de vernos y de estar juntos un año más, la dicha de compartir la diversión con los amigos y familiares, con los que viven aquí todo el año y con los que vienen de fuera estos días, la ocasión de bailar algún que otro pasodoble en esta misma plaza, y la de participar en los festejos programados… en definitiva, el CARPE DIEM, la alegría de estar vivos, la que presida cada instante, cada segundo desde ahora hasta el momento en que nos acostemos la madrugada del lunes con los deberes bien hechos.
Me parece que en mi vida sólo he faltado un par de veces a esta cita con el Santo y como ya voy cumpliendo años, creo que tengo un buen puñado de recuerdos, superpuestos unos a otros en la memoria, que en el momento de escribir estas letras pugnan por salir. Sensaciones y vivencias que los más jóvenes desconocen pero que a buen seguro han oído referir a sus mayores, costumbres y personajes que vendrán a refrescar la memoria a los de mi generación, la que está justo en esa etapa de la vida en la que la madurez preside nuestros gestos, a medio camino entre la juventud y los primeros achaques, y a la que ahora toca tomar las decisiones trascendentes y levantarse a abrir la puerta de la responsabilidad. Somos los que aprendimos con sangre la letra de las tradiciones y los principios ancestrales y nos criamos a su imagen y semejanza, cumpliendo a rajatabla los roles que se esperaban de nosotros y que ahora nos hemos visto envueltos, sin darnos cuenta, en los cambios vertiginosos que la sociedad impone, haciendo válida la frase popular que dice, un tanto exageradamente, que “antes fuimos esclavos de nuestros padres y ahora somos esclavos de nuestros hijos”. Nos corresponde marcar las lindes a los que vienen y enseñarles el camino recto y también nos compete cuidar y comprender a nuestros mayores, es decir, guiar a los que son y serán protagonistas de las fiestas próximamente y velar por los que lo han sido hasta hace muy poco. Y creo que es el momento preciso para recordar también, aunque sea brevemente, a esas personas que cada uno tenemos en mente y que ya no están, y nos contemplan desde el cielo deseándonos felices fiestas para que sepan que no los olvidamos y que los llevamos en el corazón, haciendo más patentes sus ausencias cuanto más señaladas son las celebraciones.
Mucho se ha hablado de la magia de estas noches y múltiples son los rituales paganos y exotéricos que acompañan al solsticio, a la noche más corta del año, en todo el mundo, con especial relevancia en los países mediterráneos, quizás sea ese halo misterioso e inexplicable la causa de nuestra excitación, o quizás se deba al cambio estacional y a la relajación que lo acompaña. Yo creo que hay una regeneración celular, un cambio de ropa metafísico que nos transforma y nos impregna de algo parecido a la dicha y que no podemos dejar de aprovechar dadas las pocas oportunidades que el destino nos depara para ser felices. Por eso cuando abarrotemos la iglesia, cuando nuestro párroco ensalce la figura del Bautista, quien preparó a la humanidad para la llegada de Jesús, en el momento en que el himno nacional salude a la imagen del Santo cuando sale del templo, y después, durante la procesión por las calles engalanadas de luces y de colgaduras, debemos dejar que se cuele por los poros ese bienestar del que os hablaba y nos unja con su bendición.
Cuando uno hace recuento de los sanjuanes que ha vivido, lo primero que le viene al pensamiento son las vaquillas, celebradas en casi todas las ubicaciones posibles del pueblo, unas veces por razones prácticas y otras por decisiones sociales. Recuerdo aquellas jornadas toreras en las que se esparcía arena en el asfalto para que no se escurrieran las reses por la calle Real y por los callejones aledaños, y aquel dos caballos descapotable y mítico, conducido por personajes singulares cuyos nombres tenéis en la punta de la lengua, persiguiendo al novillo por todos los rincones del cortado con la sola defensa de una bota de vino bien repleta y el hueso de un jamón a modo de alabarda; o cuando se montaba una plaza con remolques y palos en la plaza de la Iglesia, más conocida por todos como de las Ranas, o en esta otra plaza de Carlos III, o en la calle Sevilla, hasta la Plazoleta, o en el coso de obra levantado con tanto esfuerzo junto al campo de fútbol, donde aquel eral de Rafael Gómez aprendió a saltar la valla varios años seguidos buscando su querencia y dejándonos a medias, y el maestro Enrique Ponce nos regaló sus primeras verónicas de filigrana; o en el solar de “la Tufona”, el que ahora ocupan las casas de Rufino y Antonio y el bar y la discoteca de los hijos de Benigno, el Pardo, donde un banderillero de setenta años que no podía jubilarse nos ponía la piel de gallina cuando colocaba los railetes; y casi quiero asomarme, aunque no llegué a verlo, por los ojos de mis padres y sus anécdotas, a cuando se hacía la torera en la antigua fábrica de los socios… y en cada sitio múltiples sustos entre los más valientes y risas del público tras comprobar que el maletilla improvisado salía indemne del trance, porque gracias a Dios y al Santo no ha habido nunca que lamentar desgracias personales más allá de algunas erosiones y algún pantalón descosido que dejaba a los protagonistas literalmente con el culo al aire. Un gran tramo de nuestros recuerdos están ligados a estas vivencias y en las conversaciones afloran con sus apellidos, o motes para entendernos mejor, cada año por estos días a modo de advocación y de advertencia.
Pero yo he sido más futbolero que taurófilo y por eso mi instinto aún hoy hace que se me alteren los adentros cuando se menciona el tradicional partido de fútbol de las fiestas, ese partido que se repetía años tras año contra Venta de los Santos, con sus emociones y sus nervios, sobre un campo de tierra que los mozos nos esforzábamos en preparar unos días antes en cualquier barbecho cercano, con un tractor prestado, una barra de rastrear y mucho tesón, con dos cuartones haciendo de postes y una cuerda equilibrista uniendo sus extremidades a modo de larguero. Magníficas alineaciones (y aquí podría citar una retahíla de jugadores extraordinarios que por miedo a olvidar a alguno no voy a detallar) que en otras circunstancias hubieran dado que hablar en divisiones nacionales. Y esa cerveza de después, deferencia del Ayuntamiento, comentando las jugadas del partido, que era lo más gratificante, en cualesquiera de los bares del pueblo, que eran bastantes y de los que guardamos tanta nostalgia tras mucho tiempo cerrados.
Pero no quiero dejar de lado el evento principal para muchos, porque, qué sería San Juan sin sus verbenas, famosas y envidiadas en el Condado entero. Las primeras de la temporada en la comarca y donde conjuntos importantes amenizaban los bailes con el repertorio de moda. A bote pronto, y seguro que se me escapan muchos, quiero homenajear a Zócalo, a los Employers y sobre todo a Chasis, la magnífica orquesta de Linares, grupos que mezclaban con maestría los últimos éxitos de Mecano, la Orquesta Mondragón o Radio Futura con los pasodobles y las rumbas más castizos, con los merengues y las salsas más picantonas en una amalgama indescriptible que nos llevaba hasta la madrugada en un santiamén, entre combinados y risas, camino de la churrería donde se ponía colofón dulce a la velada. Quién no se ha enamorado en alguna de estas verbenas, con la magia del solsticio, la música de fondo y el ambiente irrepetible, entre el bullicio, creyéndose a salvo de las miradas indiscretas. Tampoco puedo dejar de mencionar a toda una institución y un orgullo para nosotros, porque hablar de las verbenas de San Juan es evocar las actuaciones de Dimas de Jaén, el cantaor paisano que tanto disfrutaba compartiendo su arte con nosotros cada año. Vaya desde aquí el reconocimiento de todo el pueblo para su figura.
Perdonad que haya jalonado con mis recuerdos personales, que son los vuestros, este discurso y que, aunque sin pretenderlo, me haya puesto un tanto melancólico. Todos idealizamos el pasado y como dijo el poeta “a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor”. Sin embargo, oyéndome a mí mismo desgranar los sucedidos, me estoy dando cuenta de que casi todo lo expuesto sigue estando en vigor y que sólo vamos cambiando las personas, que la historia se repite cada San Juan, por eso quiero demostrar, quiero que demostréis desde ahora y hasta el próximo día 24 por la noche, que las de este año van a superar a todas las anteriores, pues aparte de las actividades y los festejos programados por la comisión y que son muchos, siempre las últimas serán las mejores, por lo menos hasta el año siguiente. Si nuestra disposición interior, si nuestras ganas de pasarlo bien y de hacer que los demás disfruten con nuestra presencia, si las baterías lúdicas están al cien por cien, no tengáis duda que las fiestas de este año serán inolvidables. Por eso y porque no quiero extenderme más, por última vez os exhorto a olvidar las preocupaciones y los líos, que todos los tenemos, y a lanzaros de lleno al espíritu festivo, abrir los sentidos a la diversión y a participar en las actividades.
Permitidme, por último, que os desgrane a modo de sugerencias más que de consejos unas líneas maestras a seguir para que las fiestas se disfruten en todo su apogeo:
En primer lugar que reine en todo momento la tolerancia, el respeto y la amistad.
En segunda posición que sepamos dosificar, sobre todo los más jóvenes, nuestra capacidad y nuestro aguante, para que no se vuelvan en nuestra contra los excesos.
Y en tercer lugar que vivamos y participemos con devoción y respeto en los actos religiosos y de recogimiento que nuestro Santo Patrón San Juan concita y merece.
Muchas gracias por vuestra asistencia y ya concluyo pidiendo que gritéis conmigo
¡VIVA ALDEAHERMOSA! ¡VIVA SAN JUAN BAUTISTA!