LA BRÚJULA ENCENDIDA
I
¡Cobarde te maldigo, Muerte impía,
sombra abominable, indigna Parca,
porque tu ira signa con su marca
las entrañas del Hijo de María!
Perdonar no puedo, impía Muerte,
abominable sombra, Parca indigna,
porque tu ira con su marca signa
un manantial de lágrimas inerte.
Gastamos media vida en asechanzas.
La vileza es un gen hereditario.
¡Perdónanos, Señor, tantas matanzas!
Debiéramos seguir tus enseñanzas,
esconder el odio en un armario
y practicar las bienaventuranzas.
II
No sé si la fe arraiga en tu suplicio
o sólo se convierte en su notario.
Sólo sé que en el fondo de mi armario
no queda sin amor ningún resquicio.
Ya es hora de firmar el armisticio:
no siempre por sentencia es necesario
que repitas cada Jueves tu Calvario
por las calles de Jaén en sacrificio.
Tu fin es el principio de otra Vida,
tu cruda soledad nuestra clemencia
y tu Cruz es su brújula encendida,
el eje que apuntala el pensamiento,
y blinda el corazón sin penitencia,
y santifica cada sufrimiento.
III
Perdón y cuenta nueva, ¿eso es todo?
¿y el dolor de un pueblo aceitunero…?
¿y la esperanza de ese jornalero
tan ahíta de llorar por tu incomodo?
Bajo la santa Cruz, rodilla en lodo,
un charco bermejizo nos cercena.
Manado del desagüe de tu vena
nos cura del pecado con su yodo.
Morir para vencer la muerte espuria
y devolver la vida a cada inválido
midiendo tu templanza con su furia.
La tiniebla, de facto irreversible,
será expulsada de tu pecho cálido
Enhorabuena Esteban.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!!
ResponderEliminar