Ya tenemos los ganadores del XXVI CERTAMEN DE MUJER Y LITERATURA “APRENDIENDO A AMAR” En las modalidades de relato corto y poesía que organiza la Concejalía de Mujer del Ayuntamiento de Vícar.




Mamá ya no sonríe, ya no canta:
un jilguero muy triste
que ya no come alpiste
es como si tuviese en la garganta.
Y sus labios -dos pétalos marchitos
que mueren en la sombra
si mi papá la nombra-
solo dejan salir algunos gritos.
Cuando había luz en su mirada
lucían como estrellas
sus dos pupilas bellas
antes de culminar la madrugada;
pero mi padre dijo que miraba
con ellos a otros hombres
que no tenían nombres,
y en vez de preguntarle la insultaba.
De la escuela muchas veces regreso
yo solo, sin amigos,
por no tener testigos
que la vean llorar al darme un beso;
apagada, perdida y temblorosa,
sin perro que le ladre,
no parece mi madre
la niña que naciera mariposa.
En sus alas, de dulce caramelo,
atravesaba el aire:
hasta el primer desaire
mi mundo era de azúcar en su vuelo;
sus timones se volvieron añiles
y los cardenales
mostraban las señales
de linchamientos a manos muy hostiles.
He ido archivando, subido al podio
del cariño materno,
dibujos de cuaderno:
escenas de mi padre donde el odio
cómplice me hacía sentir culpable
por no poner remedio
a aquel maldito asedio
de un hombre posesivo y miserable.
Y me volqué con ella, fui su paño
de lágrimas asiduo,
el único residuo
de amor que la acompañó año tras año.
Por fin me convertí en adolescente
y antepuse mi credo
al terror de mi miedo
enfrentándome al ogro frente a frente.
Le amortigüé sus golpes sin clemencia,
mis brazos, más fornidos,
y mis ojos convencidos
notificaron su última advertencia.
Sin duda el descubrió la preferencia
en mi mirada fría
y supo que no habría
ninguna otra agresión ni más violencia.
Mamá ahora ya sonríe y, a veces, canta;
un jilguero contento
que viviera en su aliento
es como si tuviese en la garganta;
y sus labios -dos pétalos de rosa
que florecen de prisa-
la aúpan en la brisa
y vuelve a ser, de nuevo, mariposa.