IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA

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Iglesia de San Pablo (ÚBEDA)

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lunes, 16 de noviembre de 2015

PREMIO DE POESÍA "GUADIANA" EN CIUDAD REAL

LAS RAZONES DE ALICIA  

                                                                
Os hablo de una niña enigmática y transparente,
añil a veces, otras pedernal, otras teatro;
rastrojo siempre entre las buganvillas
como un manantial que brega en la espesura,
a la que le crecen los jerseys por las bocamangas
y fagocitan sus manos de pianista
cada vez que se rompe un erlenmeyer.

Tiene dedos de pluma estilográfica
que afila con piedras lunares todo el rato,
y una belleza descatalogada,
y un peluche hilvanado a una mirada triste...

Se trata de una niña escapada de la edad
con un alijo de estrofas amarillas
en un neceser de extravagancias,
sofisticada en mitad del plenilunio,
con ese retazo de apatía que define un carácter,
una estética llevada a consecuencias nocivas
o una aureola de energía fuera de la carta.

Casi no duerme ningún sábado
y yo me la imagino bautizando galaxias
desde un ojo panorámico, cenital,
y anotando sus nombres en un palimpsesto
con un diente barbitúrico.

A veces me defrauda como me defrauda un paisaje,
como una novela que incumple sus promesas,
pero las más saca una guadaña afilada
y con sus manos endebles, capilares, indecisas,
de un sólo tajo incongruente degüella la rutina,
triza una bolsa del supermercado más próximo
o taladra un pellejo de vino pálido.

Sigue enamorada de un hombre extraordinario
que ya no está entre nosotros,
por eso su amor se convierte en un dolor
                                                               (sin vacunas,
por eso se hace mariposa de tela en los estuches
y vaga por los incunables
libando verbos esdrújulos con su saliva seca. 


Huele a plantas medicinales y a infusión perpetua,
a almendras que se estrujan sobre campos
                                                           (de obsidiana…
y no sé de dónde saca los mitones
y esas prendas de otro siglo que luce en los retratos.
Se vuelve loca cuando se disfraza de otoño
y entonces hila palabras con una 
                                                  (escofina demagógica
en un argot decadente.

Se sabe de memoria todos los libros de Robert 
                                                                    (Graves:
de hecho los lleva fotocopiados en miniatura
en el desván de su retina
y en un milisegundo puede encontrar el fragmento 
                                                                  (que busca 
y señalarlo con una pestaña.   

Es poeta sin pretenderlo,
casi por naturaleza, casi sin querer,
como son alondras algunos pájaros
por el mero hecho de nacer en determinados nidos,
como una cosecha sale excelente
tras una conjunción de irrepetibles,
como la magia elige sin proponérselo
un verso de Rilke en un mar de versos...

La ponen las citas y los balandros:
las citas ciegas de escritores malditos, por supuesto,
los balandros inútiles que se hunden en un lago 
                                                                    (escarlata.

A título personal - y en cierto sentido - le debo la 
                                                                           (vida:
Ella abrió una ventana en el sótano de mi estulticia
por donde entraron estatuas de caballos clásicos
y sinfonías, teteras imposibles y escafandras,
chaquetas de cheviot, tijeras de podar matices,
cacharros rescatados en el naufragio de Gulliver
y un código secreto para entender
las razones de Alicia.




 

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