Mi relato
"LECCIONES PARA EL PRIMÓGENITO"
ha sido distinguido con el primer premio del certamen.
LECCIONES PARA EL PRIMOGÉNITO
Hijo mío, has nacido varón y por ello “marcado en la ingle con un fruto”, como diría el de Orihuela. Y yo mujer, mujer con el privilegio de ser tu madre y con la obligación de inculcarte nuestros valores. Por eso he de advertirte que heredarás una situación engañosamente favorable para tu género, extrañamente negativa, porque tendrás que dar explicaciones por actitudes y costumbres heredadas de antaño en una época lúcida que intenta equilibrar la balanza de los géneros en apenas un suspiro, una balanza que se ha ido descompensado desde la Prehistoria -si miramos hacia atrás en los anales del tiempo- con el riesgo que siempre conlleva corregir una corriente y enmendar su curso, el resultado de muchas erosiones camufladas de costumbre a lo largo de los siglos.
Por eso he de asegurarme que entiendes las siguientes reglas y sabrás asumirlas y respetarlas, que serás su adalid y procurarás su cumplimiento por tus semejantes, sin que la situación o el contexto puedan variar un ápice tus principios y tu proceder:
Hasta que aprendas que “amar” es antónimo de “poseer” no estarás preparado para relacionarte.
Cuando conozcas e interiorices la diferencia entre los adverbios que afirman y los que niegan, y aceptes la libertad de cada mujer para pronunciar el que más le apetezca en cada momento, serás incapaz de apreciar que no respetar un “no” es el acto más miserable que puedes cometer en tu vida, y que conseguir un “sí” de sus labios es el culmen de la dicha, y al obtenerlo te sentirás pletórico y el ser más afortunado de la Tierra.
Hasta que le hables de igual a igual a tu pareja y ni si te pase por la imaginación humillarla con vocablos o con hechos, con gestos, con poses, con alusiones obscenas, con golpes, con desprecios, con amenazas… no serás digno de considerarte “hombre”.
Cuando aprendas que pedir disculpas es sólo un paso atrás para ganar impulso y que si rompes una cuerda de la guitarra del cariño ya no puede restañarse, entenderás la importancia de una sonrisa sincera y de que las mujeres estamos confeccionadas con un material exclusivo que necesita todos los cuidados, y que hay fronteras que si las traspasas te cierran para siempre el camino del regreso.
Hasta que destierres los celos y no los interpretes como el carburante necesario para que arranque tu amor, no te darás cuenta que el cariño no necesita motores ajenos a su propia idiosincrasia.
Cada vez que la abraces, ella debe notar un plumón de tórtola en sus hombros y no la garra de un águila en sus brazos; si lo consigues, ese día habrás aprobado el examen de la delicadeza y podrás pedirle solemnemente que comparta contigo los retos del futuro. Y ese día yo estaré muy orgullosa de ti y te bendeciré doblemente como mujer y como madre.
FIN
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