IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA

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Iglesia de San Pablo (ÚBEDA)

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viernes, 11 de septiembre de 2020

SENDOS SEGUNDOS PREMIOS DE RELATO Y DE POESÍA UNIVERSIDAD DE JAÉN


 


Me acaban de comunicar la obtención de los dos segundos premios, tanto en relato como en poesía con  
"ARIAL VERSUS TIMES NEW ROMAN"  
y 
"EL DÍA QUE MURIÓ B.B."  
respectivamente.

 

EL DÍA QUE MURIÓ B.B. 

             

Para esto has quedado,
para cobijar la duda eterna
en un retrato a carboncillo;
para que te llame andrógina
al esbozar tu semblanza
cualquier periodista;
para certificar que la crónica
no se puede reducir estrictamente
a un conjunto de quistes y biopsias,
a un átomo de pírrica esperanza
que establece su hábitat en lo profundo
y que al final sucumbe, como un árbol,
con palabras sin matices
en el confín de una entelequia,
en la lectura prohibida
de unos dedos sin voltaje.

O sobre la pleura,
a lo mejor sobre tu pleura
instala el invierno sus branquias milenarias
y por ellas te sangra la brisa muerta,
la brisa fósil que se cuela,
insoportable y furtiva,
como un narval esquizofrénico,
entre las últimas sacudidas
de tus labios promiscuos.

Para amar sin cimientos,
para eso has quedado.
Para amar sin perlas de detergente
debajo de tu lengua mesetaria,
por si acaso la mentira no se borra,
por si acaso te produjera sonrojos la ira
o sembrase pústulas de grasa, o caries, o hematíes,
allí donde no llega
la anatomía de un hombre.

Para curar las palabras heridas
que bombardean tu entusiasmo
cuando nadie examina entre tus piernas
los ganglios del amanecer.

Para esto, para escribir que el Gólgota
está en cualquier sitio donde mires
y que los mecánicos te llaman
todos los domingos por teléfono
desde un taller inexistente
para susurrarte obscenidades
que sólo dicen los mecánicos.

Para aprender el oficio de las musas  
y cómo ser ambiciosa sin desagradar,
cuando suena el clarín del último disparo
en tus oídos rampantes,
en tus párpados de brea,
ágil para algunas conjeturas
en las que está bien visto
el desnudo integral de Campanilla,
tu alter ego desde siempre.

Para glosar la mímesis de los camaleones
y escribir que los dálmatas
han desaparecido de repente
en los cuentos infantiles.


Tú, que nada entiendes de agonías,
ni de memorias de pájaros,
describes, no obstante,
el tiempo sin palabras por megafonía
y exhortas verdades absolutas
al lobo que caza por tu pecho,
porque ya nadie sabe dónde se oculta
el cánido salvaje de la muerte
con la certeza antigua de los rabadanes.

Eres la que nunca se equivoca
contando los racimos del futuro
y eso que dejaste muy temprano
de estudiar las cábalas
donde macera la inquietud
sus hormonas viscerales.
Bebes agua como si fuese viento
e incorporas la lluvia a tu festín
de hipotenusas que se secan.
Por eso lloras cuando nadie está pendiente
y deseas que el musgo agarre
en las cordilleras de tus muslos infinitos
para olvidarte de regarlas.

Te sientes violada en el lecho de las nubes,
engañada por la vida y sus promesas fáciles,
sola en el sofá,
instalando en tus manos
la penúltima versión del sinsentido,
a horcajadas del tiempo, a horcajadas...
recontando los anillos de los dioses,
esperando que escampe la lluvia insensata
para ir a comprar tu pan de cada día
antes de volver a la tierra para siempre.


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