IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA

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Iglesia de San Pablo (ÚBEDA)

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viernes, 2 de junio de 2023

PREMIO DE POESÍA EN ANDÚJAR

 


Mi poema 

"HISTORIA DE UNA MANCHA" 

ha obtenido el 

SEGUNDO PREMIO 

"PABLO ALCALDE HIGUERAS" 

en Andújar (Jaén).

Espero que os guste.

HISTORIA DE UNA MANCHA

                                                           

                       

Crecen por mi pana meteoros de sombra

porque a veces la aceituna revienta como un bicho

con las tripas berenjena

y mancha con su sangre las estrías del silencio; 

pero aún más los surcos de la pana

con una pringue espesa que no puede explicarse

sin profanar algún enigma. 

 

Y mi madre lava sin parar aquel aceite 

que nunca será aceite,

junto a sábanas y calcetines condenados al trasiego,

y se acuerda de las veces que la llevaron

a limpiar en la criba los tallos del lienzo

y el daño que le hacían las piedras al chocar

con sus dedos infantiles.

Y parece acariciar con su lengua azucarada

manjares de leyenda

-que los sueños sueños son y los recuerdos van y vienen-

en esa media hora del almuerzo

en la que todo le sabía a descubrimiento

y las primeras miradas de mi padre,

observándola en cuclillas,

le pusieron a hervir el puchero dormido 

que ocultaba en su refajo.

Luego me cuenta la historia de su beso

-o como quiera que se llame aquel roce furtivo-

a la vera de un olivo centenario,

en esta, su amada tierra nativa 

que no cambiaría por ningún otro sitio,

mientras restriega los vestigios en la tela

con un trozo cuadrado de jabón

y en el vitral de sus ojos recompone

la escena de un muchacho, 

hosco ademán y barba híspida,

que nunca fue muy diestro en el arte del ósculo  

y mucho menos por entonces.

Luego me cambio el pantalón y regreso a mi faena

antes que el arrebol incendie los olivos

con su pátina de ámbar. Me gusta mirar 

los árboles desfilar al tresbolillo

y pararme a tronchar del todo alguna rama 

que poco a poco se seca, rompe la monogamia del color

y ensucia la perspectiva con su hondo presagio.

 

Si miro atrás, el sosiego se enarbola:

una paz de milenios entumece la carne

cuando el sol se arrebuja a mi espalda 

y hace que me sienta el portavoz de una estirpe

de nobles campesinos por más de mil años.

 

Hacia poniente, el pueblo se dibuja, 

perlado de luces, en entrañable cromo: 

allí me espera el hogar, la esperanza, el amor,

la gente que discrimina mis mismos olores

y huele a barbecho cuando se queda dormida; 

y conoce cómo vadear, cuando vienen crecidos, 

los virulentos arroyos de agua escarlata; 

la que sabe cómo se prende una lumbre entre olivos

sin chamuscar las costeras, según sople el aire;

la que liba mi mismo AOVE temprano

en una tostada con ajo, y disfruta, como yo, 

al derretirse el relente sin quemar los rebrotes;

la que amontona pestugas en el centro del hilo

como haces paralelos que llevar a sus cabras,

la que nunca se enfada porque llueva mucho

y sólo teme a la lluvia si viene preñada 

con relámpagos de esos que iluminan la noche;

gente que ama sin haber oído nunca la palabra libido

y a veces se mancha con las tripas berenjena

de un bicho con forma de aceituna 

los pantalones de pana

cuando acude a un romántico encuentro,

a la sombra de un álabe, 

con una compañía misteriosa 

a quien el híspido roce de sus labios le parece 

el mejor de los besos.

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