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Una entrevista a Esteban Torres Sagra
Poema "Algunas veces" leído por Emilio Muñiz en el VI Día Internacional de la Poesía en Segovia
1 - ¿Cómo definirías tu poesía? ¿En qué proporción su temática y estilo surgen espontáneamente o son provocados?
La poesía no es de nadie y es de todos. La que me nace a mí es un algodón impregnado en mi incongruencia, en mi soledad, en mi miedo, en mi confusión, en mi ternura… que luego se hace hilachos sobre una pantalla de ordenador y después se materializa en folios renuentes. Practico la poesía como el que practica un deporte, billar francés, por ejemplo, con sus retos y su entrenamiento, buscando siempre un nuevo récord, un hito más.
Todo sirve. Provocar o dejarse ir por las laderas de la imaginación. Llover o evaporarse. Golpear o recibir. No sé de qué depende cada poema, cada intento, pero me entrego en cualquier tentativa como si fuera la última.
2 -Así como los pintores de larga trayectoria se dice que pintan siempre el mismo cuadro ¿Crees que el poeta que escribe habitualmente está elaborando siempre el mismo poema? ¿Cuál es tu caso?
Somos bodegas en las que la liturgia y los materiales, a saber: botas, cubas, acero, microclima, clase de uvas, maduración… dan caldos parecidos y a la vez distantes y distintos. Con una impronta, con un rasgo definitivo que los hace nuestros e identificables. Los poemas son hermanos cuya genética semejante se manifiesta irreconocible en cada miembro. Se parecen, pero cada cual sale a un ancestro distinto sin darnos cuenta. Y ese aire de familia lo impregna todo, lo ensucia todo.
Intento experimentar lo más posible y lo mismo patino sobre el hielo de un fracaso que me siento lactante de una musa.
3 - ¿En qué modo crees que tu poesía sirve o puede servir como terapia para tus lectores o para ti mismo/a?
Para terapias hay profesionales muy cualificados. La poesía es goce y como tal puede curar lo mismo que una borrachera. Lo mismo que una juerga donde habla el interior del monstruo que llevamos a cuestas. Dicho esto, cierto es que descubrir aspectos ignotos de nosotros mismos o de los demás siempre purifica y hace crecer. Siguiendo el razonamiento anterior me contradigo con la primera frase y asevero que sí, que sigo una terapia de dolor –crear un poema es parir- y gloria –por la alegría del recién nacido cuando el parto acaba favorablemente-.
4 - ¿En qué modo el/la poeta debe, o no, tender a elaborar una poesía de la totalidad?
Somos la suma de muchas partes y la frase: “uno más uno no siempre son dos” vendría pintiparada para describir que la totalidad a veces se queda corta cuando agregamos todas nuestras pretensiones y todas nuestras expectativas. Prefiero muchos pocos, aunque no vayan en la misma dirección, que un edificio pretencioso erigido con el fin de cobijar las experiencias e instruir sobre aspectos íntimos. No creo en los manuales ni en las lecciones magistrales cuando se trata de poesía.
5 - Musicalidad (con o sin rima), contenido, lenguaje poético: ¿de cuál de estos tres pilares podría deshacerse un poema e incluso así, seguir teniendo calidad?
Me gusta la ginebra y me gusta el vino, también la cerveza. Podría, no obstante, vivir sin ellos, pero qué necesidad hay de excluir. Si me obligan a elegir me quedaría con el lenguaje, ya que en el fondo es el principio de cualquier creación y los demás elementos líricos giran en su torno y beben de su naturaleza.
6 - ¿Hasta qué punto es deseable que un poema sea sencillo, desnudo, corto? ¿Es el paradigma del buen poema, conseguir delegar en el lector el mayor peso posible, a la hora de interpretarlo?
Amo los coches grandes, potentes, agresivos. Pero también las bicicletas: silenciosas, ecológicas, íntimas. Como lector disfruto de todo y a veces me apetece viajar en coche y otras pedalear hasta el ocaso. Cada consumidor en cada instante requiere un medio de transporte dependiendo del trayecto, del destino, de las necesidades del momento. Personalmente prefiero los poemas sugerentes, que pueden arrancar emociones dispares a cada lector con sus imágenes, a aquellos otros más lineales y menos interactivos.
7 - ¿Favorece a la poesía actual la gran variedad de temáticas y la ausencia de monolitos generacionales como los del 89 o 27?
Las etiquetas siempre son a posteriori. Nadie elige pertenecer a una. Es el tiempo y algún crítico oportuno el que bautiza. No obstante, es evidente que las circunstancias de una época, de unas preocupaciones en concreto y el alza o la baja de valores coetáneos suponen una horma férrea de la que es difícil desmarcarse, por lo que todo el que pertenece a una generación concreta está abocado a ser gregario. Pero la tecnología abre pasillos, o agujeros negros, o corredores que comunican con otros lugares y tiempos en instantes. Por eso hay demasiadas corrientes de aire con las que resfriarnos y tal vez esa sea la causa de tanta heterogeneidad. Es bueno no encasillarse.
8 - ¿En qué proporción el/la poeta deben vivir, más que escribir, o viceversa, para alcanzar un nivel elevado de calidad y honestidad en su creación?
No todo ha de ser autobiográfico. La imaginación y la lectura, las vivencias ajenas también marcan y enriquecen y pueden ser motores potentísimos. El cine es una fábrica de emociones que el poeta puede aprovechar como si fuesen propias y exprimirlas. La empatía es la madre de la inspiración. No me gusta la palabra honestidad, prefiero fantasía al hablar de literatura.
9 - Cuando creas poemas, ¿en qué medida lo haces con afán pedagógico?
Sólo cuando les explico a mis hijos la diferencia entre prosa y poesía. Aunque siempre se enseña algo, aunque sea un sentimiento, un laberinto, un infierno; quizás la pedagogía de un poema estriba en mostrar el mundo desde otra perspectiva. Exponer otra manera de afrontar la realidad y diseccionarla con una navaja barbera. De todos modos yo no me considero un forense. Prefiero un poema que vuele sin destino cierto a uno enjaulado con aspiraciones magistrales.
10 - ¿Cuál crees que es la clave para hacer que un recital poético sea atrayente (Música durante la recitación o entre poemas, cantidad de poemas a leer, número de presentadores o lectores, temporalización, cualquier otro complemento)?
Todo influye. La calidad sería el mejor argumento; por supuesto el sentido común. Y luego algo que están sabiendo hacer muchos poetas jóvenes o no tanto (y lo de “tanto” se refiere a “poetas” más que a “jóvenes”) que es vender el producto a través de la tecnología. Para alguien conocido es más fácil cualquier atracción. Es maravilloso oír recitar a voces como Luis del Olmo, Nuria Espert, Francisco Valladares, etc. Si se añade música o efectos visuales o se declama ante una puesta maravillosa de sol, miel sobre hojuelas, pero es fundamental la calidad de los versos y leerlos adecuadamente; sin alharacas y sobreactuaciones, pero también sin fatuidad. Siempre enriqueciendo el texto al pronunciarlo, lo cual no es fácil.
11 – La famosa pregunta de escribir para uno mismo y/o para los demás.
Hay etapas en la vida de cada poeta en la que prima un motivo u otro para escribir. Nada es cien por cien blanco o negro. El riesgo de crear para uno mismo no es otro que la mediocridad y la autocomplacencia. Escribir para un público puede ocasionar postureo y falta de rigor por buscar el aplauso fácil y el reconocimiento. Un fifty-fifty yo diría que sería lo deseable.
12 – Si te apetece, hazte tú mismo/a esta pregunta final y contéstala (por supuesto).
Me voy a hacer dos, una propia y otra sugerida por ti:
a.- ¿Dónde van todos los libros de poesía que nadie compra?
Debe existir un infierno y un cielo para ellos. Al menos un purgatorio. Me imagino almacenes llenos de cajas donde los sueños se pudren entre hojas de papel satinado. He publicado tres poemarios en solitario y me siento –siguiendo con el símil del parto que ya usé en una respuesta anterior- como si mis tres libros hubiesen nacido muertos. Quizás mi oficio sea ponerles flores cada día. Ahora dudo entre los anticonceptivos y la fecundación in vitro y me imagino con una calavera en la mano diciendo aquello de “to be or not to be”.
b.- ¿Cuál es la clave para tener tal acierto poético en los concursos? ¿Qué es lo que hace que tu poesía se adecue a la sensibilidad de quien escucha y juzga?
Me halagas en el fondo al sugerirme que me autoinquiera lo anterior, pues me estás dando a entender que me consideras sujeto de tu convicción. En primer lugar no creo en absoluto, repito, en absoluto, que tenga éxito en los concursos y no es falsa modestia. De hecho si existiera esa clave y yo la conociera no me expondría al fracaso continuado como me ocurre en tantas ocasiones, la mayoría. El secreto es escribir mucho y pulir los escritos cada vez más. Para los concursos, a una calidad –que se supone- hay que añadir el factor cantidad, pues no entiendo los éxitos en los certámenes sino como un porcentaje exiguo sobre los envíos realizados: A más remites mayor acierto, por pura estadística. Contaría mil anécdotas de textos que se han paseado por bastantes certámenes sin pena ni gloria y han acabado siendo recompensados y con elogios en otro más importante, por lo considero que a los jurados –a las personas, a los lectores- les influyen tantos imponderables que es imposible extraer una consecuencia válida de sus procederes al evaluar.
Muchas gracias por incluirme en este blog tan interesante, al lado de poetas a quienes admiro mucho.