IGLESIA DE SAN PABLO DE ÚBEDA

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Iglesia de San Pablo (ÚBEDA)

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lunes, 6 de abril de 2015

PREMIO DE RELATO EN ÓRGIVA (GRANADA)

¡¡¡¡ÚLTIMA NOTICIA!!!!
Tras ponerme en contacto con el Jurado e informarles de que mi relato ha sido publicado (sin mi permiso expreso) por una entidad a cuyo certamen concurrí sin obtener premio alguno, han decidido fallar a favor del segundo clasificado, lo cual acato aunque me cueste un gran disgusto y me perjudique. Creo que he actuado en consecuencia con mis principios aunque al final el damnificado sea yo. 
Lamento haber dado publicidad en facebook, pero no está en mi ánimo defraudar a nadie. 
Mi enhorabuena más sincera al nuevo ganador.

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Un relato mío ha sido distinguido con el PREMIO GENERAL de RELATO CORTO "JOSÉ RODRÍGUEZ DUMONT" en Órgiva (Granada),
 La entrega de premios se celebrará el próximo día 18 de abril de 2015 en el salón de actos del I.E.S. "ALPUJARRA" a las 20,30 horas.

martes, 16 de diciembre de 2014

POEMA PREMIADO EN ALCALÁ DE HENARES

Estampa de matrimonio.    

I

Matriarcado de voces que se alzan en penachos
sobre el río imaginario de la igualdad genuina.
Hembras ateridas, rudos pechos de tierra, cofias sin pulir;
nervaduras, nudos de coraje y aspirina,
mujeres sin rodillas de tanto felar al miedo en su despacho.
Sólido refugio en la ensenada para el hijo.
Dársena para la luz morada de los cardenales.
Matrices del aliento por inercia.

II

Tus labios marcan una aduana cósmica en sus labios
que inspira y que señala el condominio de su cuerpo.
Navegas por un mar bien dibujado en cuadernos de bitácora;
con precisión geométrica sorteas las dorsales;
conoces todos los refugios de las olas en su estuche.
En cada mirada te incorpora pidiendo tu anuencia;
en todos sus gestos reivindica un gesto tuyo que respalde...
hablas por tu boca las palabras que ella piensa.
La mimas, la traes y la llevas a tus compromisos sociales
según te conviene.
La acompañas y la exculpas, la distraes...
La humillas y la ignoras. La posees.

La dominas.                          La borras.                              La suplantas.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

PREMIO DE POESÍA EN ÓLVEGA

Igual que el año pasado un poema mío ha sido premiado en Ólvega (Soria) por la Asociación "LA JUVE". La composición se titula "PARA LEER ANTES DE IRTE". La dotación consiste en 90 euros y placa.

domingo, 30 de noviembre de 2014

PREMIO DE POESÍA EN ALCALÁ DE HENARES

Mi poema sobre violencia de género "ESTAMPA DE MATRIMONIO" ha resultado vencedor del 
II  CERTAMEN POÉTICO "VIOLENCIA, LA CONSECUENCIA" convocado por la Asociación de mujeres "ELEANOR ROOSEVELT" de Alacalá de Henares.
 La entrega de premios aún no está fechada pero será pronto.

martes, 25 de noviembre de 2014

RELATO "LA ESPADA Y LA LUZ"

A continuación transcribo el relato que a juicio del Jurado ha merecido el galardón de "LA NOCHE DE LAS QUIMERAS". Se trataba de escribir en directo durante una hora y cuarto, en un salón del palacio Vela de los Cobos de Úbeda, un relato en el que había que incluir obligatoriamente la frase "el mariscal Jorge Robledo", aventurero ubetense de principios del XVI. Casi no me dio tiempo ni de releer lo que sucede y he preferido no corregirlo para que no pierda encanto.

LA ESPADA Y LA LUZ


No estoy aquí por caprichos de las musas, ni por un afán de incrementar mi currículum literario con un nuevo trofeo para mi vitrina. Tal vez el año pasado sí respondía a este dictado mi concurrencia. Reto de literatura en vivo y en mi ciudad. Me sentía como el mariscal Jorge Robledo a la busca de EL Dorado, pero con otras limitaciones, otro tiempo y otra voluntad menos épica, como podrán comprender ustedes, miembros del jurado. Y me presenté con mi viejo portátil en una mano y ese afán que nos lleva a los escritores a oliscar los estímulos. Vine con un rumor de palabras y con retazos de viejas historias grabadas a fuego en la piel de mi alma, como ventaja, pensaba yo en aquel momento, sobre mis adversarios y con un gálibo de autoestima añadido y forjado en tantos años de hilvanar sílabas y hacer que éstas representen sobre la liturgia blanca de una pantalla de ordenador una nimia parte de mis sentimientos. Éramos pocos los llamados a pasar la tarde fría de noviembre ordenando delirios y leyendas, quimeras y pasiones en un lóbrego local aderezado deprisa para albergarnos. Cuando comencé a escribir, tras una primera vacilación en el enfoque y un retractarme a tiempo, parecía que un halo de inspiración se hubiese posado sobre mi cabeza y transmitiera en morse o yo no sé de qué otra manera, un ejército ordenado de vocablos que iban llenando la página de mi computadora sin apenas transiciones o lapsus importantes. Así terminé el primero mi obra breve, lacónica pero aguerrida, insustancial pero a la vez portadora de dones literarios fácilmente discernibles por un lector avezado. Tal vez por ello no me sorprendió la llamada del día siguiente en la que se me concedía el galardón: ¡Enhorabuena, ha sido usted el ganador del premio de relato “La noche de las Quimeras”! – fue su escueto comunicado. Después me aclaró la hora y el lugar de aquel duelo tan agradable en el que se me haría entrega del precioso trofeo, como decía antes, otro más con el que poblar el anaquel barroco de mi estantería.
Recuerdo el acto con nitidez. Algo sencillo y a la vez gratificante para el ego de un autor. Recibí, no alcanzo a reproducir el nombre de la autoridad encargada de hacerme la entrega, el saludo afectuoso y el trofeo, al que no alcanzo a definir sin la angustia interior que me acompaña desde entonces. Hice hueco al lado de una placa de unas Justas Poéticas, entre un diploma petrificado en mármol y una escultura pequeña que representaba una pluma en cristal de murano, grabada con el nombre de la localidad convocante. Procedí a colocar “el trofeo” ubetense y ya comprendí, tal vez las sensaciones inexplicables usan siempre ese lenguaje de escalofríos para anunciarnos su voluntad, que mi vida iba a cambiar desde ese momento, aunque a decir verdad ni en mis peores pesadillas podía intuir en qué modo.
A eso de las tres de la madrugada un fuerte impacto me arrojó de los mullidos brazos de Morfeo a los de mi mujer, sobresaltada y lívida, quien me abrazaba como primera reacción al intempestivo tropel. Tras reaccionar con entereza blandí la espada que conservamos de nuestro enlace nupcial a guisa de tizona y me dirigí al salón cual un Cid del siglo XXI, en pijama de rebajas, en pos del origen sonoro. Me asaltó una tos nerviosa, que debe ser la defensa de nuestro sistema simpático para alertar al enemigo de nuestra presencia y ponerle en huida, cuando iba por el pasillo hacia el salón. Conecté todas las luces y sin saber cómo así una linterna, tan inútil en semejante circunstancia como molesta.  “La espada y la luz”, pensé en un arrebato intermedio como título para un futuro relato. Y de ese modo advertí, con una  sonrisa exagerada por un manojo de neuronas que volvían a sus puestos tras su disposición bélica, que sólo había sido el trofeo de cristal, ese que llevaba grabado el nombre de una ciudad perdida donde una vez fui galardonado, el que había producido el estruendo al hacerse trizas sobre el terrazo. No obstante no llegué a tranquilizarme del todo cuando observé el rictus –al menos a mí me lo pareció- entre burlón y desafiante del trofeo recién conquistado, como si quisiera darme a entender que había sido él el causante del accidente de su compañero de repisa, algo tan ilógico como improbable, pero que sumó otra canasta de tres puntos a favor del escalofrío.
Todo hubiese sido fruto de mi imaginación febril y literaria, y así lo pensé durante las siguientes jornadas, de no ser porque a la semana exacta de aquel desaguisado, se repitieron los hechos. La misma hora. El mismo o mayor estruendo y una nueva víctima, esta vez  el trozo de mármol grabado con mi nombre, que acabó –no entiendo tanta dureza para acabar así- convertido en diez o doce guijarros blancos y deformes donde podían leerse letras sueltas que hasta hace poco conformaban mis apellidos. Al entrar al salón sólo miré el trofeo de la “Noche de las Quimeras”, el cual me retaba con su mirada mil veces más desafiante y una sonrisa maquiavélica que sobrecogía.
Como intuirán ustedes, miembros del Jurado, aunque no lo entiendan todavía hasta que no alcance a darles las explicación definitiva, los sucesos siguieron repitiéndose cada vez con mayor frecuencia hasta dejar limpio de galardones la parte superior de la librería que uso –usaba- a modo de expositor de honores, panoplia de momentos álgidos en mi ilusa carrera, emuladora de Cervantes, por la que me gustaba pasear la vista las tardes de poco ingenio para recordarme que alguna vez había dado con la tecla de la calidad, según atestiguaban con su testimonio aquellas reliquias. Ahora campeaba como dueña absoluta y señora feudal de aquel páramo el “Trofeo de la Noche de las Quimeras”.   Infeliz de mí, pensé que con aquello terminaría mi pesadilla, la que comenzó esta noche de hace un año con la consecución del premio de la edición pasada. Pero no. El espíritu burlón de aquella pieza artesana siguió martilleándome los pensamientos, hasta tal punto que en estas dos últimas semanas, cuando voy alcanzando el estado de duermevela que precede al sueño, oigo una voz entre felina y de ultratumba que me susurra machaconamente “¡ dame un hermana si quieres que acabe este suplicio, dame una hermana si quieres que acabe este suplicio…!”
No sé si la locura se está instalando en mí, fruto quizás de otros excesos o si en realidad introduje en la intimidad de mi casa un enemigo indescifrable que no sé de qué puede ser capaz de ahora en adelante. Tras un instante de lucidez esta mañana he creído ver la luz , la luz mística, no la de la linterna de marras, y he deducido que se estaba refiriendo a que le consiguiera la figura de este año, a su hermana, según mi entendimiento, por lo que he acudido con esa angustia vital de la que hablaba al principio a esta velada creadora, no por ganar en sí, si no por intentar acallar la maldición de la Noches de las Quimeras. Suplico vuestra comprensión.

FIN         

viernes, 21 de noviembre de 2014

PREMIO DE RELATO EN ÚBEDA

Mi relato "La espada y la luz" ha sido galardonado con el premio "LA NOCHE DE LAS QUIMERAS", concurso de relato convocado en el marco del CERTAMEN INTERNACIONAL DE NOVELA HISTÓRICA CIUDAD DE ÚBEDA.

Mañana 22/11/2014 es la entrega de premios en el palacio Vela de los Cobos a las 12.00 A.M.   

jueves, 13 de noviembre de 2014

GALA DE ENTREGA DE PREMIOS OROLA 2014

El pasado viernes 7/11/2014 tuvo lugar la entrega de premios y la presentación de la antología OROLA 2014, certamen al que, bajo el lema "FACER ESPAÑAS", habíamos concurrido 184 autores desde los dos lados del Atlántico y que he tenido el inmenso honor de que adjudicaran el PRIMER PREMIO a mi vivencia "OCASIONES PARA ESTREMECERSE". Los otros dos galardones se han ido a Valencia.- Por la vivencia titulada "LOS VERSOS QUE YO ESCRIBO" fue distinguida con el SEGUNDO la escritora María José Toquero y con el TERCERO  Laura Cabedo por "EL PASADIZO". Los tres posamos abajo con el artífice de todo esto, don FERNANDO ORLANDO, quien cumplió con nosotros unos envidiables 84 años. 
                               De izquierda a derecha: Mª José Toquero, Laura Cabedo, un servidor y don Fernando Orlando.

Más información en www.OROLA.es
Ya están las bases del certamen de 2015 

domingo, 26 de octubre de 2014

PREMIO EN ELDA/PETRER

Me acaban de anunciar la concesión del PRIMER PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA "SACRA LEAL", del grupo CUENTAMONTES de Elda y Petrer (Alicante) por mi poema "Carta desde la cumbre" cuyo tema debía girar en torno al montañismo y la escalada  
logo_cuentamontes
La entrega de premios se realizará en febrero del año que viene y el galardón consiste en la publicación del poema en un libro, 150 euros y estatuilla "CUENTAMONTES"

miércoles, 22 de octubre de 2014

SEGUNDO PREMIO DE RELATO EN VILLAPALACIOS

V CERTAMEN LITERARIO "PALABRAS POR VILLAPALACIOS"


Mi relato "LA FARMACIA" ha obtenido el segundo premio en el certamen. La entrega de premios será mañana día 24 de octubre en el Ayuntamiento a las 17,30.
Una vez recibido el galardón colgaré el texto en este blog.

martes, 21 de octubre de 2014

MICRORRELATOS DE ABOGADOS

Mi microrrelato "MENÚ DEL DÍA" ha sido seleccionado en el mes de octubre. 

Se  puede leer en:

 http://www.microrrelatosabogados.com/historico1.asp?mes=10&ano=2014&ed=6

martes, 26 de agosto de 2014

BOTIJO DE BARRO EN DUEÑAS

El pasado 15 de agosto competí en las Justas Poéticas de Dueñas con el poema "TODO DEPENDE" que a continuación publico. Al final quedé tercero. Ganó el Botijo de Oro Francisco Javier Vallín (primero por la derecha). El Botijo de Plata se fue con José Luis Bragado (primero por la izquierda) y el otro Botijo de Barro lo obtuvo José Antonio Galisteo (segundo por la derecha). Una tarde inolvidable en tierra palentina.


domingo, 3 de agosto de 2014

PUBLICACIÓN DE "FIN DEL PRINCIPIO"

Ayer asistí a la entrega de premios de los certámenes literarios de Baños de la Encina. Mi premio consistió en la publicación del poemario "FIN DEL PRINCIPIO" y en el trofeo que aparece en la foto, réplica del Castillo de Burgalimar. Agradezco sinceramente las palabras de Pepa Cantarero y de Alfonso Monteagudo sobre mis versos

Cuelgo los dos poemas que leí:

YA ME DIJO EL MÉDICO
cuando niño
que era una enfermedad de los adjetivos
pero que en su vademécum
no venía el nombre por los síntomas
Si acaso cuando se invente internet
repuso
podrás buscar alguna asociación o colectivo
de personas con tu misma dolencia
y crear un foro




BUSCO SEÑORA CÉNTRICA PARA AMISTAD CON VISTAS
libre de cargas y gravámenes
no imprescindible inglés ni ascensor
armarios empotrados con ternura
formalidad demostrable
Tres dormitorios sin hijos
calefacción central
curiosas abstenerse
Salidas a cenar bajo la luna
excursiones para mirar escaparates
preferiblemente religiosa
Fianza de dos meses
disponibilidad para viajar por la península
fijo más incentivos
alta en seguridad social el primer día
formación a cargo de la empresa


miércoles, 23 de julio de 2014

JUSTAS POÉTICAS DE DUEÑAS

Mi poema "TODO DEPENDE" acaba de ser seleccionado como finalista en las JUSTAS POÉTICAS DE DUEÑAS (PALENCIA). El próximo 15 de agosto los cuatro poetas galardonados hemos de leer nuestros trabajos en la iglesia de Santa María y después el jurado repartirá 1000 € y Botijo de Oro al primero, 500 € y Botijo de Plata al segundo y 300 € y Botijo de Barro a los dos terceros. ¡Deseadme suerte!

jueves, 26 de junio de 2014

PREMIO DE RELATO "PALOMA NAVARRO"

Grata sorpresa ayer al recoger el premio de poesía PALOMA NAVARRO. El Jurado no me había comunicado que también había ganado el PRIMER PREMIO de relato, así que cuando me nombraron no me di por aludido. Un gesto precioso que no olvidaré nunca y que agradeceré siempre.
 ¡Larga vida al certamen de Vilches que ya ha cumplido diecisiete convocatorias en poesía y dos en prosa!

Relato ganador del II certamen PALOMA NAVARRO.


EL BOMBARDERO DE ATXURI.

Viene decidido Iñaki, mi nieto, con un manojo de recortes en la mano izquierda y el asombro pintado a lápiz en sus ojos limpios. Entre los papeles ha liberado uno, que porta en la derecha, y que no distingo bien desde la miopía de mis ochenta y nueve años a causa de la luz deficiente del atardecer en Atxuri: Es una fotografía del tiempo de maricastaña y que, de pronto, al enfocarla en la retina y distinguir su contenido, ha desatado dentro de mí algún saco de esencias que ocultaba mal cerrado, como en una tienda de azafranes, pimentón y orégano, y que se han expandido como el gas que fueran antes de solidificarse en el pensamiento, fuera de mí, hacia la estancia contigua y la sala de estar, como el éter, como una plaga de mariposas diminutas.
            El nieto me dice que le explique aquello que no acierta a comprender acostumbrado a los mecanismos de colores de los artilugios modernos, a sus diecisiete años, ¡tan inocente todavía!. Es una foto del primer frontón Euskalduna lo que trae en su mano, aquel que se llevó la Guerra por delante y sobre cuyo solar edificarían el segundo unos años después, o es acaso una aldaba virtual en un corazón anciano, fin para el que fue inventada la fotografía, o tal vez una espoleta que ha activado la ingente bomba de mis recuerdos, o una bujía que ha puesto en marcha los cigüeñales de mi espíritu y me ha trasladado a aquella infancia feliz, con matices, que me tocó vivir en suerte y disfrutar en el primer cuarto del pasado siglo.
            El sudor olía de otra manera en aquel Bilbao de 1928, o mejor no, lo que aromaba distinto era la forma de eliminarlo: ese jabón ancestral que las matronas urgían con restos de despensa y sosa cáustica, o el tal Lagarto, no mucho más sofisticado en su composición aunque igual de eficaz en su profilaxis. El frontón calaba los sentidos con el perfume a humedad, a pétalos hervidos, de sus paredes vetustas. Y nosotros, niños románticos, o así nos veo ahora desde la perspectiva de los años, con los ojos agrandados de mirar desde la grada una pelota minúscula y la nariz educada en ordenar los efluvios, quizás al no tener otro entretenimiento más rentable, grabábamos a fuego lento cada recuerdo en las pituitarias como si se tratara del último, como si al siguiente domingo mi padre no fuera a llevarnos al Euskalduna. Desde mi puesto perenne, en la misma baranda del graderío de arriba cada velada, como el grumete de aquel barco simbólico, en la esquina contraria al marcador, me empapaba el vaho del linimento que ascendía desde el vestuario y el adobo de las lociones extremadamente varoniles del que abusaban los pelotaris, recién duchados y afeitados, hasta tal extremo que no podía respirar en mitad de aquella orgía de esencias, tosiendo desde el alma, aunque gozando lo inaudito, hasta casi el éxtasis, por alguna extraña reminiscencia masoquista que debí heredar de mis ancestros. Cómo no, las vaharadas de habanos, que podían cortarse con un sable por lo densas, de los escasos puros que encendían los de tribuna, los más pudientes, vegueros finos de precios inamortizables para un paladar poco entendido como el de mi padre por aquel entonces, y el roce manido de los billetes arrugados, como de naipe viejo, como de cartón mohoso empapado en aliento de ballena, que se cruzaban en las apuestas más atrevidas, rellenaban hasta rebosarlo el cántaro de mis percepciones. Además, mi hermano crujía constantemente pipas tostadas con sus enormes incisivos y escupía al suelo las cáscaras mojadas y hueras. A mí no me gustaba el sabor de los girasoles, en cambio me moría por aspirar la salmodia a tueste salado que escapaba de aquellas lámparas maravillosas y diminutas entre los dientes de Txomin. No sé si me olvido alguno, supongo que, agazapado detrás de sus mayores, o inadvertidos por la intensidad de los descritos, debieron pasárseme por alto retazos o reminiscencias de otras fragancias más sutiles, o quizás las almaceno, como coleccionista avezado, en recónditos campos neuronales, sin saber de su existir, sin la consciencia de su posesión, hasta que afloren por extrañas confabulaciones del sentido y me evoquen su natura y la estampa preciosa en la que los adquirí sin darme cuenta.
            Y junto a los olores he vuelto a oír el crujido de las chisteras, el balazo dormido de los pelotazos en la pared verdusca, el chirriar de las suelas rebeldes sobre la pista, los suspiros disimulados de las muchachas adolescentes ante aquellos hombres curtidos, las maldiciones con sordina que se cocían entre los labios de los jugadores y de los que apostaban, los aplausos atronadores, magnificados por el eco del eco de las palmadas en el espacio cerrado del Euskalduna…             

            He vuelto a pasear por los aledaños y a degustar la gaseosa que nos entretenía después de los partidos, mientras mi padre juzgaba lo visto con sus amistades en la barra, libando unos chiquitos y
emulando proezas de sus buenos tiempos deportistas, no en balde presumía de ser el gran Bengoechea III, deudor de una gran saga de triunfadores que se remontaba a mediados del siglo XIX con su abuelo Iñaki y trascendía su buen nombre al “Bombardero de Lezama”, su padre, tradición gloriosa rota por mí y por el resto de mis hermanos, en absoluto válidos para este arte por nuestra complexión débil y agilidad nula, y alardeaba de sus huesos rotos y mal curados en una retahíla de falanges deformadas por una soldadura defectuosa...
            Mi nieto sigue reclamando mudo, absorto, porque ha debido ver algún retazo de historia en el fondo blanco y negro de mis ojos, que le otorgue una recreación detallada, si no del paisaje urbano y sus personajes anónimos, sí al menos de mis emociones, del porqué de haber guardado aquella vieja lámina casi cien años en el fondo de una caja de latón, entre otras evidentes.
- Hijo mío, cosas de viejos - le digo, como espantando las moscas de su curiosidad. Pero él insiste en si alguno de los jugadores era yo, o mi padre, o algún pariente, creyendo rescatar algún rasgo común entre ellos y nosotros, por lo que me aprovecho de mi ancianidad y amparado en la demencia y en la falta de coetáneos que pudieran desmentirme, le digo que sí, que era yo el de la izquierda, el campeón de Vizcaya durante siete temporadas en la modalidad de cesta y punta, mi favorita, y que hubo una vez una ovación de quince minutos en mi honor cuando vencí a Bengoechea III, y le cuento cómo nos lavábamos al finalizar los partidos con jabón casero, y lo bien que olían las lociones de afeitar de aquel entonces y que me llamaban el “Bombardero de Atxuri” en los bares de chiquitos del Casco Viejo y que así enamoré a su abuela un domingo por la tarde, tras sorprenderla suspirando por mí durante un partido... 
            Él, que se sabe de memoria los milagros caseros de la saga, conoce perfectamente que le miento, pero no le importa seguirme la ocurrencia y, al terminar, me besa en la frente con una ternura infinita y deja sobre mí la estela afeminada de un aftershave americano que acaba por borrar el rastro en mi memoria, quizás para siempre, de aquellos olores bilbaínos de 1928...